«La pintura es poesía muda;
la poesía pintura ciega.”
(Leonardo Da Vinci)
Tras la sencilla definición de ékfrasis, descripción verbal de una obra visual, se esconde todo un complejo sistema de interrelaciones entre distintas artes. La ékfrasis puede darse tanto en prosa como en verso, pues puede ser un poema, o ser el pasaje de una novela o cuento, o ser utilizada explícitamente para un ensayo de crítica de arte. Dado el carácter del lugar de su utilización no es necesaria que la obra a la que se hace referencia, mediante la ékfrasis, exista en el mundo real. Podemos ver como en la crítica de arte, sí es necesario que ésta se refiera a una obra existente la cual se quiere tratar, pues ésta sólo tiene sentido en la medida en que se basa en el análisis formal de un objeto real. Sin embargo, la literatura a lo largo de la historia ha sido una fecunda fuente para la descripción de obras de arte, tanto reales como imaginarias, tanto escultóricas como pictóricas. La ékfrasis literaria se basa en una idea preconcebida de la obra de arte, de la imagen que se tiene del artista o de los lugares comunes de la obra. En este sentido, la mirada del artista que realiza la ékfrasis cobra un doble sentido, el de creador y el de intérprete, pues “el objeto plástico se convierte en tantos textos como miradas se fijen en él. Y es que, en el acto mismo de describir, el poeta o novelista selecciona, reorganiza, jerarquiza; resignifica”1.