Entre el ser y el no ser la oscuridad contonea
su figura en un universo sin gravedad.
Una nebulosa de luz, blanco sobre negro,
dibuja con sus dedos el código de su creación.
Él creía ser humo. Él sabía que lo era.
No humo sabiéndose ser humano,
sino ser humano sabiéndose humo.
La combustión de sus nervios recorre sus falanges
dejando en suspensión diminutas partículas,
de sus clavículas brotan alas invisibles, opacas cenizas
olvidan el rostro incandescente del ser que les dio la vida
precipitándose al vacío como bombas incendiarias.
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